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lunes, 25 de agosto de 2014

Latinoamérica: El pueblo maldito


Por : Fernando César López


Introducción

El título de este ensayo hace referencia a las miles de preguntas que han retumbado en la cabeza de millones de personas que habitan las distintas naciones que conforman lo que hoy en día se conoce como Iberoamérica o Latinoamérica. Ellos, mejor que ningún extranjero , conocen el profundo dolor que late dentro de su corazón al cuestionarse sobre diversas interrogantes: ¿Está mi país destinado a la pobreza y el fracaso? ¿Mis hijos, nietos y bisnietos acaso tendrán la oportunidad de recibir la educación que yo nunca tuve? ¿Será mi destino terminar el resto de mis días como obrero, campesino o jornalero? ¿Es que  Dios tiene un profundo odio hacia mi gente? ¿Son los europeos  culpables de nuestra desdicha?. Cada pregunta, refleja, en cierto modo, el pensamiento de millones de peruanos, argentinos, mexicanos, venezolanos, guatemaltecos, dominicanos, etc., que no conocen más que el amargo sabor del sufrimiento, de la miseria y el hambre. Una ideología que refleja el sentir del pueblo latinoamericano, no en su totalidad, pero si de manera importante.

Los países que forman el “subcontinente”, como lo llaman algunos, poseen una historia común en particular que refleja las ideas anteriormente mencionadas que persisten en el imaginario colectivo de millones. Hablar de Latinoamérica, es hablar de una historia de sufrimiento; una historia de lucha; una historia creada y cimentada  a sangre y fuego que, de alguna manera, nos lleva a pensar que existe entre nosotros ese halo maldito que estamos obligados a respirar desde el momento en que nacemos, un veneno que ha infectado a nuestras sociedades desde remotos tiempos. Nuestro pasado, necesario para entender nuestro presente, es simplemente el resultado de diversas circunstancias y fenómenos históricos de ámbito político, económico y social (y por consiguiente,  cultural) en el que hemos estado inmersos desde la llegada de los europeos al continente americano.

Podríamos dividir la historia de Latinoamérica en cuatro grandes etapas: La primera de ellas sería la conquista, colonización y explotación europea en prácticamente, todos los territorios del continente y  el caribe (conformado por diversas islas) contiguo a este. La segunda sería el control de la economía latinoamericana a manos del mercantilismo inglés; la tercera sería la llegada del imperialismo estadounidense; y la cuarta y última sería el panorama actual.

No pretendo hacer una extensa recapitulación sobre los distintos hechos que ocurrieron en estos grandes periodos: es simplemente una reflexión suscitada  a partir de los mismos, las consecuencias que provocaron  y la vigencia actual que poseen en el contexto actual.


1.- Los pueblos indígenas: antes y ahora.

Es algo inevitable pensar en los pueblos indígenas cuando se reflexiona acerca de Latinoamérica. Indudablemente, varias sociedades latinoamericanas están entrelazadas profundamente con los pueblos indígenas nativos de su respectiva nación. Un ejemplo claro para entender esta problemática es México; No es posible entender a la sociedad mexicana sin el mundo indígena; es uno de los pilares fundamentales (además del europeo y el africano) que nos identifican como sociedad, cultura y nación en el resto del mundo. Somos ante todo, pueblos mestizos, producto de un fuerte sincretismo entre pueblos y sociedades completamente distintas que convergen biológica y culturalmente  para dar resultado a nuevas naciones, que surgen de aquella fusión. Los pueblos latinoamericanos somos profundamente indígenas y, a la par, sentimos un desprecio muy grande por “nuestra madre”.

Recordemos que, los pueblos indígenas que habitaban desde  el sur del río Bravo, en México, hasta la tierra del fuego en Chile, sufrieron la explotación y maltrato por parte de los europeos, un genocidio perpetrado en millones de personas gracias a diversas causas: abusos y maltratos en minas o enormes extensiones de tierra destinadas a la plantación de caña de azúcar ; miseria y hambre efectuados gracias al despojo de sus tierras por parte de miles de conquistadores y encomenderos; tributos e impuestos que se vieron forzados a pagar por ganarse un mísero sueldo que no cubre las necesidades más básicas del hombre. Pueblos enteros abandonados a su suerte por las clases dominantes, abandono en el que no encontraron otra cosa más que la ignorancia, entregados por completo a una religión que los convirtió en idólatras y fanáticos de innumerables santos y vírgenes que no hicieron más que reafirmar tal ignorancia en la que se han encontrado sumidos hasta nuestros días. En fin, estas causas tuvieron un efecto muy interesante en la ideología de varios pueblos indígenas.

Es evidente que la ideología y pensamiento de un hombre esta conformada precisamente por los paradigmas (esto incluye rubros tan distintos como religión, ciencias, costumbres, creencias, etc.)  distintivos de su sociedad y cultura a la que pertenece.  Por consiguiente, dependiendo de la época, cambia el sistema de creencias de una sociedad. Los conquistadores europeos, situados históricamente en la época renacentista, son hombres que tienen aun muy presente la ideología medieval, en donde Dios y la Iglesia Católica dominan cada ámbito de la vida humana. Un pensamiento absolutista, que dista mucho de ser tolerante y respetuoso con otras formas de ver la vida. La sujeción de los pueblos nativoamericanos fue una imposición marcada con sangre y violencia y, a raíz de esto, la cosmogonía indígena desaparece, permitiendo que el indio eventualmente, vaya aceptando a través de los años su situación de inferioridad, de “vencido y conquistado”,condenado a ser permanentemente un servidor y  un esclavo del hombre blanco, a tal grado se realiza esta imposición que, hoy en día miles de hombres y mujeres pertenecientes a alguna comunidad sienten desprecio por su propia lengua, costumbres y tradiciones. Un intento por renegar de sus orígenes para no ser relegados y despreciados del orden social. 

Paradójicamente, las sociedades latinoamericanas hemos aceptado este arquetipo, que se niega a desaparecer ante las inclemencias del tiempo; México y otras naciones sienten un profundo desprecio hacia sus pueblos indígenas considerándolos como primitivos, ignorantes, iletrados e irrespetuosos.Olvidamos que llevamos de manera muy profunda, una herencia indígena que late vigorosamente aun hoy en día y se ve reflejado en cada ámbito de nuestra sociedad. Contradictorio que alabemos la grandeza de los pueblos precolombinos (como los incas, mayas o mexicas) y tengamos sentimientos de desprecio hacia los pueblos que sobreviven hoy en día, porque, precisamente hemos heredado el desprecio que una vez sintieron los europeos y ahora sentimos nosotros . Un ejemplo claro es el caso de Uruguay, que constantemente, se auto refieren a si mismos como la “garra charrúa” (en los partidos de futbol, por ejemplo), cuando no hace más de 200 años, fue el mismo gobierno uruguayo el que se encargó de aniquilar (gracias a la traición) a este pueblo, nativo de Uruguay, para la expropiación de sus tierras en favor de los  latifundios ganaderos.

2.-  América Latina después de su independencia

Todas las naciones latinoamericanas alcanzaron su independencia durante los primeros años del siglo XIX. Políticamente son libres, pero económicamente son dependientes de otra nación europea, mucho más poderosa que España. Las causas fundamentales que identificaron la dependencia económica de América Latina,  a partir del siglo XIX, es la falta de desarrollo de una industrialización que fortaleciera la economía local de sus países y el constante conflicto político-bélico interno en el que se vieron inmersos después de su independencia, lo que permitió a su vez una falta de unión entre las distintas facciones políticas,que son incapaces de velar por un prospecto en común para el fortalecimiento su nación.Dado que cada país que posee una economía endeble, las potencias económicas como Inglaterra aprovechan dicha fragilidad para utilizar y aprovechar los recursos de Latinoamérica y convertirlos paulatinamente, en naciones dependientes del comercio exterior.

¿Cómo es posible que habiendo naciones como México y Bolivia, cuya plata  sostuvo las dos terceras partes de la economía mundial, sean Estados tan pobres al inicio de su vida independiente? España y Portugal durante el largo tiempo en que América Latina estuvo bajo su mando, se enfoco únicamente en extraer y explotar todos los recursos naturales de sus colonias hacia el viejo continente, un proceso que consistió en drenar lo máximo posible sin detenerse a fortalecer la economía de sus colonias por razones claramente visibles. Sabían perfectamente que si no las  “apretaban” lo suficiente, estás eventualmente serían lo suficiente fuertes como para crear una economía fuerte e independiente que propiciaría, a su vez, la independencia total de España. Sumado a esto, surge una problemática que seguiría teniendo graves consecuencia en un futuro: Generalmente, existe un nulo interés por parte de la burguesía y aristocracia local de fortalecer el comercio interno que propiciaría un desarrollo estabilizador.

Las naciones latinoamericanas están constantemente endeudadas a partir de este momento gracias a estos sucesos. Como habíamos mencionado anteriormente, Inglaterra aprovecha la debilidad económica de estos países y debía hacerlo antes que otra potencia europea. Aprovechando por medio de  relaciones y tratados comerciales con Portugal (ni este país, ni España resultaron beneficiados con la riqueza de sus colonias debido fundamentalmente a conflictos armados y pago de deudas con otros países, verdaderos benefactores de la riqueza de América), la riqueza en oro de Brasil.  Principalmente, la riqueza de esta nación es la que propicia un desarrollo brutal en la economía inglesa, logrando ser esta nación la creadora de la revolución industrial y, por consiguiente convertirse en la potencia del siglo XIX. Sin embargo, los ingleses jamás se percataron de que a sus espaldas crecía otro gigante que más tarde les arrebataría la hegemonía mundial, 13 colonias  suyas que pasaron desapercibidas al concentrarse Inglaterra en controlar el comercio de sus posesiones antillanas. 

3.-  Estados Unidos y su “patio trasero”

El gentilicio que normalmente usan las personas pertenecientes a otras naciones (incluso los latinoamericanos) para designar a los habitantes de Estados Unidos es “americanos”. Incluso en cualquier medio de comunicación como la televisión, la prensa y el radio utilizan este termino, como si fuera una especie de convencionalismo a nivel mundial. Una palabra  que identifica a una nación con un continente entero, como si “América” abarcara todo el territorio del continente americano. Es interesante el uso de la analogía del “patio trasero”, una casa en donde se centra lo más importante del hogar (los miembros de la familia, alimentos, ropa, etc. ), ubicada siempre en primera instancia. En segundo lugar está la parte relegada a segundo término en orden de importancia, pero que, sin embargo, forma parte de la casa. ¿Acaso no es esa la relación que, básicamente define a los Estados Unidos y Latinoamérica?  ¿Por qué solo nombrar a un país cuando existen decenas de ellos que también habitan ese continente?  Sencillo, siempre seremos el “sub continente” rezagado e inferior cuya importancia siempre es opacada por la nación más fuerte. Pero esta serie de naciones, al igual que el patio, pertenecemos a la casa principal.

Estas últimas palabras definen sustancialmente lo que significa el imperialismo. Estados Unidos ejerce una dominación a finales del siglo XIX y a lo largo de todo el siglo XX una forma de dominación un distinta al colonialismo visto en épocas pasadas, pero tan subyugante como éste (o quizá hasta más). Una dominación ejercida en los tres ámbitos más importantes de una nación: político, económico y social pero efectuada de manera sigilosa y aparentemente legal.

Los gobernantes de América Latina de dichos siglos (con sus honrosas excepciones) no hacen más que ponerse al servicio de las empresas y gobernantes estadounidenses para favorecer sus intereses económicos principalmente. La explotación desmedida de las compañías norteamericanas no se hace esperar  gracias a las diversas concesiones que se otorgan impunemente. Aristocracias y burguesías locales no tiene el menor interés en desarrollar una economía propia, con las bases suficientes  como para salir al exterior y competir con las potencias económicas internacionales.; la diferencia vuelve a radicar en la falta de industrialización capaz de producir los recursos necesarios que los ayuden a prescindir de Europa y Estados Unidos. Ricos latifundistas y empresarios de la élite, al servicio, a su vez de las aristocracias mayores se enriquecen notablemente gracias a la exportación (a bajos costos claro está) de petróleo, cobre, plata, oro, hierro gaucho, café, fruta, madera, textiles y otros minerales. Solo ellos prueban las mieles de la opulencia; bienestar para ellos por encima del bienestar de millones. ¿Y el resto de Latinoamérica? ¿No es esto una muestra visible sobre la nula importancia que han tenido y siguen teniendo los gobernantes y empresarios acerca del concepto “soberanía”? ¿Dónde queda aquella breve pero solemne frase de “La patria es primero”?.

El siglo XX nacía con el surgimiento de una ideología que había sido cimentada y concretada formalmente a mediados del siglo pasado pero que apenas comenzaba a tener una reverberación a nivel mundial. Un modelo económico que le hace frente al hasta entonces imponente Capitalismo. Europa Oriental es testigo de cómo este conjunto de teorías se transforman eventualmente en realidades. El comunismo surge como una amenaza para el capitalismo que pretendía extenderse por cada rincón del mundo. Tras la Segunda Guerra Mundial, ambos bloques político- económicos se dividen al mundo, tratando de extender su influencia geopolítica en cada país y Latinoamérica no es la excepción. Salvo, Cuba, la ideología capitalista influencia significativamente en cada nación, al punto de verlos por las mismas como algo caótico y dañino. El imperialismo ejerce un dominio sobre otros países de manera sigilosa: por medio de la política controla la economía de un país  favoreciendo los intereses de la potencia y al mismo tiempo establece una ideología sobre el modelo económico que deben seguir cada uno de los habitantes de ese país. La Pregunta sería ¿Latinoamérica sigue siendo dominada hasta el día de hoy?

5.- Conclusiones 

El mundo ha entrado desde hace unos pocos años, relativamente, en la era de la globalización. En nuestros días el modelo económico neo liberalista es el que impera notablemente en cada nación. Un capitalismo moderno que trasgrede fronteras, en las cuales,  no existe ninguna regulación por parte del Estado. Esta es una época caracterizada no por el desarrollo de un modelo en el que se da un desarrollo económico a nivel mundial sino por el enorme avance que han sufrido los medios de comunicación. Hoy en día la sociedad está inter conectada entre sí; existe un constante flujo de ideas y pensamientos que logran efectuar entre las naciones, una sola ‘”forma” de pensar y ver las cosas. Aquellos países que tienen un peso fundamental en este época (Estados Unidos, por ejemplo) son los que imponen su propia ideología sobre los demás.

En el particular caso de mi país, la  sociedad persigue un modelo y estilo de vida norteamericano por encima del suyo propio tal como mencionaba José Emilio Pacheco en “Las Batallas en el Desierto”. Iberoamérica es un área en el continente americano que se distingue fundamentalmente  por la gran diversificación de sociedades y culturas gracias al mestizaje biológico y cultural que se da en sus tierras. Cada una de las naciones que la conforman son distintas entre sí pero, a la vez, unidas por un pasado en común: una lengua, una religión, un mismo proceso de conquista, un origen nativo-americano, entre otras cosas.

Una gama de naciones en las que abundan de manera notoria, aun después de tantos años, empresas europeas y norteamericanas que mantienen un papel importante de la economía de nuestros países; esto nos habla acerca del modelo económico que buscamos perseguir, mismo, que controlan las potencias mundiales actuales. Sin embargo, se ha venido desarrollando un proceso de industrialización, incipiente todavía hasta hace unas décadas, que ha venido creciendo de manera abrumadora. Gracias a esto, Algunas naciones han logrado que sus economías logren posicionarse dentro de las economías más importantes y fuertes a nivel mundial. Algunos analistas y economistas vislumbran el crecimiento de Latinoamérica en general como el nuevo bloque económico a nivel mundial 

Pese a todo, Latinoamérica sigue sufriendo de graves problemas que han persistido desde hace siglos: desigualdad, pobreza, corrupción, explotación de sus recursos y mala distribución de la riqueza. Para que pueda existir un verdadero desarrollo debe empezarse por eliminar estos problemas, estableciendo prioridades. Recordemos que el verdadero progreso es para todos y no solo para unos cuántos.

Ante todo debemos tener una Latinoamérica unida, en vez de una fracturada y dividida como se encuentra hoy. No hablo de la formación de una sola nación sino de un bloque económico capaz de hacer frente a las adversidades mundiales presentes. Antes de ser latinoamericanos, hay que recordar que somos hermanos.










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