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lunes, 1 de septiembre de 2014

De la Realeza a la Insurgencia: Numismática mexicana

Por: Fernando César López

No existe ningún mexicano que no conozca las monedas de su país. Las identificamos por los signos (números), los colores, el tamaño, el material y, por supuesto su valor. Prácticamente, las transacciones monetarias están presentes en cada ámbito de nuestra cotidianidad, y sin embargo, sabemos muy poco de ellas. El dinero, es un medio de pago que sirve para conseguir productos o servicios que sean de utilidad para nuestras vidas; francamente, al sacar una moneda(s) del bolsillo para comprar algo, no te detienes a observarla fijamente, simplemente observamos el valor que tiene para saber si debemos o no usarla.

¿Quién diría que llevamos en nuestras carteras, monederos y bolsas un pedazo importante de nuestra historia?. Un reflejo de quienes somos como país y la identidad que nos atañe y distingue de otras naciones en el mundo. Nuestras monedas, sin saberlo, nos revelan la historia que ha sido acuñada dentro de ellas por aquellos que nos precedieron en este país.

El ancestro con barbas de plata

Tras el fin del periodo de la Conquista, México (en aquél entonces Nueva España) conoció lo que significaba la palabra “dinero”. El mismo sistema monetario que usa la metrópoli es implantado en todas sus colonias; conocido como octaval, ya que la denominación de sus monedas se basa en el 8 (es decir, había monedas de 8,4 2, 1 y ½ real  principalmente). La unidad por excelencia de este sistema es el real, cuyo material es la plata. Dado que México desde un principio se caracterizo por ser una de las colonias más ricas de España en cuanto a la minería, se funda la Casa de Moneda de México en el año de 1536,  en cuyos talleres se acuñaron todas las monedas de plata y oro que tendrían una circulación y popularidad a nivel mundial.


Así, todos los reales de plata producidas en la Nueva España, particularmente la célebre moneda de ocho reales, también conocida como peso (de cuyo nombre deriva el que tiene nuestra moneda actual) fue la que tuvo mayor fama, misma que la llevó a recorrer lugares tan lejanos como India, Holanda, África y China, siendo incluso la moneda oficial en estos países.

Real de a ocho español usada en las colonias españolas





La libertad se vuelve moneda

Desafortunadamente, las personas de los sectores socio-económicos más bajos jamás vieron esta enorme riqueza debido a que salía hacia España y el mundo, dejándolos sin ningún tipo de beneficio. La explotación y opresión en la que vivían estas clases bajas produjo, en parte, el estallido del movimiento de independencia en el año de 1810.

Este conflicto trajo consigo diversas problemáticas: Al estallar la guerra, la minería se detiene de manera tajante; insurgentes y realistas abandonaron o derrumbaron varias minas con el fin de que no fueran utilizadas en su respectivo favor. A su vez, se produjo una enorme baja en la circulación de monedas por parte de la gente adinerada, que escondía o mandaba sus riquezas fuera del país.

La falta de circulación de material y monedas logra que se establezcan de manera provisional, varios talleres de acuñación por parte de varios grupos insurgentes que buscaban, sobre todo abastecerse de recursos para poder financiar y continuar  el movimiento. Muchos de estos talleres fueron establecidos en zonas mineras como Zacatecas, Guanajuato, San Luis Potosí, Guadalajara, Durango, entre otras.

Moneda acuñada por el movimiento insurgente de Morelos.

El ejercito de Morelos por ejemplo, acuñó sus propias monedas debido a la falta de las oficiales, necesarias para obtener  alimentos, municiones y soldados (su paga era de 2 reales al día). Muchas de las monedas que acuñó fueron de cobre y poseían un valor fiduciario (su valor no depende del material con el que se fabrica), todas ellas fabricadas en talleres clandestinos y pequeños. Más que una moneda, Morelos fabrica una ideología acuñada en moneda, que se transmite por todo el territorio. La llama insurgente se transmite por medio de la palabra SUD, que significa la insurrección del cura en el sur; el arco y la flecha que simboliza el robo justificado de ganado hacia los hacendados y ricos a manos de los pobres que viven en la miseria; el monograma MO (Morelos) que marcó en varias monedas oficiales en la cara del rey español Fernando VII para representar de manera simbólica la separación de la monarquía y la creación de un Estado independiente por la que propugnaba el líder insurgente. Se establece entonces una guerra psicológica para debilitar a los simpatizantes de la corona.

A su vez, la famosa Junta de Zitácuaro, el primer gobierno provisional creado en 1811 para suplantar al gobierno español, que es dominado en aquél momento por Francia, crea, por primera vez, una moneda con el águila coronada y parada sobre un nopal, que, se encuentra sobre un puente de piedra con la frase “ Fernando VII por la gracia de Dios” . Sin embargo, con la llegada posterior de Morelos a la junta se produce de manera simbólica el rompimiento definitivo con España, una verdadera moneda “nacional”, igual que la anterior, solo que, a diferencia de aquélla, el águila no posee corona y se lee solemnemente “CONGRESO AMERICANO”.A partir de entonces, el águila se mostrará imponentemente, en cada moneda posterior, acompañándonos en la larga lucha que habremos de emprender como incipiente nación. Y aun después de tanto, sigue siendo el insigne escudo que nos identifica orgullosamente como México.

Moneda acuñada por la Junta de Zitácuaro en 1811

Importancia hoy en día

Existen, naturalmente, otros periodos en la historia numismática de nuestro país, sin embargo, cabe resaltar que tanto el periodo colonial como el  insurgente fueron los más importantes. Ambos marcaron, vincularon y definieron una parte importante de nuestra historia, a la historia universal. Nadie imaginaría que el frágil peso mexicano de hoy sea el descendiente de aquel real que llego a dominar el mundo; dos terceras partes de la plata que había en el globo provenía de nuestro país; su nombre “el peso” posará a partir del fin de la guerra de independencia, junto a un águila devorando una serpiente.

Entender una simple moneda es entender una sociedad, marcada a su vez por una cultura propia. La presencia de todos estos elementos (lugares, personajes, símbolos y nombres) que conforman dicha cultura, contenidos en pequeñas piezas de metal, nos habla de una trascendencia, una persistencia que nos obliga a identificarnos como seres humanos que comparten un pasado en común. Una historia que nos  representa ante todo, como mexicanos.












       


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