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sábado, 30 de agosto de 2014
lunes, 25 de agosto de 2014
Latinoamérica: El pueblo maldito
Por : Fernando César López
Introducción
El título de
este ensayo hace referencia a las miles de preguntas que han retumbado en la
cabeza de millones de personas que habitan las distintas naciones que conforman
lo que hoy en día se conoce como Iberoamérica o Latinoamérica. Ellos, mejor que
ningún extranjero , conocen el profundo dolor que late dentro de su corazón al
cuestionarse sobre diversas interrogantes: ¿Está mi país destinado a la pobreza
y el fracaso? ¿Mis hijos, nietos y bisnietos acaso tendrán la oportunidad de
recibir la educación que yo nunca tuve? ¿Será mi destino terminar el resto de
mis días como obrero, campesino o jornalero? ¿Es que Dios tiene un profundo odio hacia mi gente?
¿Son los europeos culpables de nuestra
desdicha?. Cada pregunta, refleja, en cierto modo, el pensamiento de millones
de peruanos, argentinos, mexicanos, venezolanos, guatemaltecos, dominicanos, etc.,
que no conocen más que el amargo sabor del sufrimiento, de la miseria y el
hambre. Una ideología que refleja el sentir del pueblo latinoamericano, no en su totalidad, pero si de manera importante.
Los países que forman el “subcontinente”, como lo llaman algunos, poseen una historia común en particular
que refleja las ideas anteriormente mencionadas que persisten en el imaginario
colectivo de millones. Hablar de Latinoamérica, es hablar de una historia de
sufrimiento; una historia de lucha; una historia creada y cimentada a sangre y fuego que, de
alguna manera, nos lleva a pensar que existe entre nosotros ese halo maldito
que estamos obligados a respirar desde el momento en que nacemos, un veneno que
ha infectado a nuestras sociedades desde remotos tiempos. Nuestro pasado,
necesario para entender nuestro presente, es simplemente el resultado de
diversas circunstancias y fenómenos históricos de ámbito político, económico y
social (y por consiguiente, cultural) en
el que hemos estado inmersos desde la llegada de los europeos al continente
americano.
Podríamos
dividir la historia de Latinoamérica en cuatro grandes etapas: La primera de ellas
sería la conquista, colonización y explotación europea en prácticamente, todos
los territorios del continente y el caribe (conformado por diversas islas)
contiguo a este. La segunda sería el control de la economía latinoamericana a manos del mercantilismo inglés; la tercera sería la llegada del imperialismo estadounidense; y la cuarta y última sería el panorama actual.
No pretendo
hacer una extensa recapitulación sobre los distintos hechos que ocurrieron en
estos grandes periodos: es simplemente una reflexión suscitada a partir de los mismos, las consecuencias que
provocaron y la vigencia actual que
poseen en el contexto actual.
1.- Los pueblos indígenas: antes y ahora.
Es algo
inevitable pensar en los pueblos indígenas cuando se reflexiona acerca de
Latinoamérica. Indudablemente, varias sociedades latinoamericanas están
entrelazadas profundamente con los pueblos indígenas nativos de su respectiva
nación. Un ejemplo claro para entender esta problemática es México; No es
posible entender a la sociedad mexicana sin el mundo indígena; es uno de los
pilares fundamentales (además del europeo y el africano) que nos identifican
como sociedad, cultura y nación en el resto del mundo. Somos ante todo, pueblos
mestizos, producto de un fuerte sincretismo entre pueblos y sociedades
completamente distintas que convergen biológica y culturalmente para dar resultado a nuevas naciones, que surgen de aquella fusión. Los pueblos latinoamericanos somos profundamente
indígenas y, a la par, sentimos un desprecio muy grande por “nuestra madre”.
Recordemos que,
los pueblos indígenas que habitaban desde
el sur del río Bravo, en México, hasta la tierra del fuego en Chile,
sufrieron la explotación y maltrato por parte de los europeos, un genocidio
perpetrado en millones de personas gracias a diversas causas: abusos y
maltratos en minas o enormes extensiones de tierra destinadas a la plantación
de caña de azúcar ; miseria y hambre efectuados gracias al despojo de sus
tierras por parte de miles de conquistadores y encomenderos; tributos e
impuestos que se vieron forzados a pagar por ganarse un mísero sueldo que no
cubre las necesidades más básicas del hombre. Pueblos enteros abandonados a su
suerte por las clases dominantes, abandono en el que no encontraron otra cosa
más que la ignorancia, entregados por completo a una religión que los convirtió
en idólatras y fanáticos de innumerables santos y vírgenes que no hicieron más
que reafirmar tal ignorancia en la que se han encontrado sumidos hasta nuestros
días. En fin, estas causas tuvieron un efecto muy interesante en la ideología
de varios pueblos indígenas.
Es evidente que
la ideología y pensamiento de un hombre esta conformada precisamente por los
paradigmas (esto incluye rubros tan distintos como religión, ciencias,
costumbres, creencias, etc.) distintivos
de su sociedad y cultura a la que pertenece.
Por consiguiente, dependiendo de la época, cambia el sistema de
creencias de una sociedad. Los conquistadores europeos, situados históricamente en la época renacentista, son hombres que tienen
aun muy presente la ideología medieval, en donde Dios y la Iglesia Católica
dominan cada ámbito de la vida humana. Un pensamiento absolutista, que dista
mucho de ser tolerante y respetuoso con otras formas de ver la vida. La
sujeción de los pueblos nativoamericanos fue una imposición marcada con sangre y
violencia y, a raíz de esto, la cosmogonía indígena desaparece, permitiendo que
el indio eventualmente, vaya aceptando a través de los años su situación de
inferioridad, de “vencido y conquistado”,condenado a ser permanentemente un
servidor y un esclavo del hombre blanco, a tal grado se realiza esta imposición que, hoy en día miles de hombres y mujeres pertenecientes a alguna comunidad sienten desprecio por su propia lengua, costumbres y tradiciones. Un intento por renegar de sus orígenes para no ser relegados y despreciados del orden social.
Paradójicamente,
las sociedades latinoamericanas hemos aceptado este arquetipo, que se niega a
desaparecer ante las inclemencias del tiempo; México y otras naciones sienten
un profundo desprecio hacia sus pueblos indígenas considerándolos como primitivos, ignorantes, iletrados e irrespetuosos.Olvidamos que llevamos de manera
muy profunda, una herencia indígena que late vigorosamente aun hoy en día y se
ve reflejado en cada ámbito de nuestra sociedad. Contradictorio que alabemos la
grandeza de los pueblos precolombinos (como los incas, mayas o mexicas) y
tengamos sentimientos de desprecio hacia los pueblos que sobreviven hoy en día, porque, precisamente hemos heredado el desprecio que una vez sintieron los europeos y ahora sentimos nosotros .
Un ejemplo claro es el caso de Uruguay, que constantemente, se auto refieren a
si mismos como la “garra charrúa” (en los partidos de futbol, por ejemplo),
cuando no hace más de 200 años, fue el mismo gobierno uruguayo el que se
encargó de aniquilar (gracias a la traición) a este pueblo, nativo de Uruguay,
para la expropiación de sus tierras en favor de los latifundios ganaderos.
2.- América
Latina después de su independencia
Todas las
naciones latinoamericanas alcanzaron su independencia durante los primeros años
del siglo XIX. Políticamente son libres, pero económicamente son dependientes
de otra nación europea, mucho más poderosa que España. Las causas fundamentales que
identificaron la dependencia económica de América Latina, a partir del
siglo XIX, es la falta de desarrollo de una industrialización que fortaleciera
la economía local de sus países y el constante conflicto político-bélico interno en el que se vieron inmersos después de su independencia, lo que permitió a su vez una falta de unión entre las distintas facciones políticas,que son incapaces de velar por un prospecto en común para el fortalecimiento su nación.Dado que cada país que posee una economía endeble, las potencias económicas como Inglaterra aprovechan dicha fragilidad para utilizar y aprovechar los recursos de Latinoamérica y convertirlos paulatinamente, en naciones dependientes del comercio exterior.
¿Cómo es posible que habiendo naciones como México y Bolivia, cuya plata sostuvo las dos terceras partes de la economía mundial, sean Estados tan pobres al inicio de su vida independiente? España y Portugal durante el largo tiempo en que América Latina estuvo bajo su mando, se enfoco únicamente en extraer y explotar todos los recursos naturales de sus colonias hacia el viejo continente, un proceso que consistió en drenar lo máximo posible sin detenerse a fortalecer la economía de sus colonias por razones claramente visibles. Sabían perfectamente que si no las “apretaban” lo suficiente, estás eventualmente serían lo suficiente fuertes como para crear una economía fuerte e independiente que propiciaría, a su vez, la independencia total de España. Sumado a esto, surge una problemática que seguiría teniendo graves consecuencia en un futuro: Generalmente, existe un nulo interés por parte de la burguesía y aristocracia local de fortalecer el comercio interno que propiciaría un desarrollo estabilizador.
Las naciones
latinoamericanas están constantemente endeudadas a partir de este momento
gracias a estos sucesos. Como habíamos mencionado anteriormente, Inglaterra aprovecha la
debilidad económica de estos países y debía hacerlo antes que otra potencia europea. Aprovechando por medio de relaciones y tratados comerciales con Portugal
(ni este país, ni España resultaron beneficiados con la riqueza de sus colonias
debido fundamentalmente a conflictos armados y pago de deudas con otros países,
verdaderos benefactores de la riqueza de América), la riqueza en oro de
Brasil. Principalmente, la riqueza de
esta nación es la que propicia un desarrollo brutal en la economía inglesa,
logrando ser esta nación la creadora de la revolución industrial y, por
consiguiente convertirse en la potencia del siglo XIX. Sin embargo, los ingleses jamás se percataron de que a sus espaldas crecía otro gigante que más tarde les arrebataría la hegemonía mundial, 13 colonias suyas que pasaron desapercibidas al concentrarse Inglaterra en controlar el comercio de sus posesiones antillanas.
El gentilicio
que normalmente usan las personas pertenecientes a otras naciones (incluso los
latinoamericanos) para designar a los habitantes de Estados Unidos es “americanos”.
Incluso en cualquier medio de comunicación como la televisión, la prensa y el
radio utilizan este termino, como si fuera una especie de convencionalismo a
nivel mundial. Una palabra que
identifica a una nación con un continente entero, como si “América” abarcara
todo el territorio del continente americano. Es interesante el uso de la
analogía del “patio trasero”, una casa en donde se centra lo más importante del
hogar (los miembros de la familia, alimentos, ropa, etc. ), ubicada siempre en
primera instancia. En segundo lugar está la parte relegada a
segundo término en orden de importancia, pero que, sin embargo, forma parte de
la casa. ¿Acaso no es esa la relación que, básicamente define a los Estados
Unidos y Latinoamérica? ¿Por qué solo
nombrar a un país cuando existen decenas de ellos que también habitan ese continente? Sencillo, siempre seremos el “sub continente”
rezagado e inferior cuya importancia siempre es opacada por la nación más
fuerte. Pero esta serie de naciones, al igual que el patio, pertenecemos a la
casa principal.
Estas últimas
palabras definen sustancialmente lo que significa el imperialismo. Estados
Unidos ejerce una dominación a finales del siglo XIX y a lo largo de todo el
siglo XX una forma de dominación un distinta al colonialismo visto en épocas
pasadas, pero tan subyugante como éste (o quizá hasta más). Una dominación
ejercida en los tres ámbitos más importantes de una nación: político, económico
y social pero efectuada de manera sigilosa y aparentemente legal.
Los gobernantes
de América Latina de dichos siglos (con sus honrosas excepciones) no hacen más
que ponerse al servicio de las empresas y gobernantes estadounidenses para
favorecer sus intereses económicos principalmente. La explotación desmedida de
las compañías norteamericanas no se hace esperar gracias a las diversas concesiones que se
otorgan impunemente. Aristocracias y burguesías locales no tiene el menor
interés en desarrollar una economía propia, con las bases suficientes como para salir al exterior y competir con las
potencias económicas internacionales.; la diferencia vuelve a radicar en la
falta de industrialización capaz de producir los recursos necesarios que los
ayuden a prescindir de Europa y Estados Unidos. Ricos latifundistas y
empresarios de la élite, al servicio, a su vez de las aristocracias mayores se
enriquecen notablemente gracias a la exportación (a bajos costos claro está) de
petróleo, cobre, plata, oro, hierro gaucho, café, fruta, madera, textiles y
otros minerales. Solo ellos prueban las mieles de la opulencia; bienestar para
ellos por encima del bienestar de millones. ¿Y el resto de Latinoamérica? ¿No
es esto una muestra visible sobre la nula importancia que han tenido y siguen
teniendo los gobernantes y empresarios acerca del concepto “soberanía”? ¿Dónde
queda aquella breve pero solemne frase de “La patria es primero”?.
El siglo XX
nacía con el surgimiento de una ideología que había sido cimentada y concretada
formalmente a mediados del siglo pasado pero que apenas comenzaba a tener una
reverberación a nivel mundial. Un modelo económico que le hace frente al hasta
entonces imponente Capitalismo. Europa Oriental es testigo de cómo este
conjunto de teorías se transforman eventualmente en realidades. El comunismo
surge como una amenaza para el capitalismo que pretendía extenderse por cada
rincón del mundo. Tras la Segunda Guerra Mundial, ambos bloques político-
económicos se dividen al mundo, tratando de extender su influencia geopolítica
en cada país y Latinoamérica no es la excepción. Salvo, Cuba, la ideología
capitalista influencia significativamente en cada nación, al punto de verlos por las mismas como algo caótico y dañino. El imperialismo ejerce un dominio sobre otros
países de manera sigilosa: por medio de la política controla la economía de un
país favoreciendo los intereses de la
potencia y al mismo tiempo establece una ideología sobre el modelo económico
que deben seguir cada uno de los habitantes de ese país. La Pregunta sería ¿Latinoamérica sigue
siendo dominada hasta el día de hoy?
5.- Conclusiones
El mundo ha
entrado desde hace unos pocos años, relativamente, en la era de la
globalización. En nuestros días el modelo económico neo liberalista es el que
impera notablemente en cada nación. Un capitalismo moderno que trasgrede fronteras,
en las cuales, no existe ninguna
regulación por parte del Estado. Esta es una época caracterizada no por el
desarrollo de un modelo en el que se da un desarrollo económico a nivel mundial
sino por el enorme avance que han sufrido los medios de comunicación. Hoy en
día la sociedad está inter conectada entre sí; existe un constante flujo de
ideas y pensamientos que logran efectuar entre las naciones, una sola ‘”forma”
de pensar y ver las cosas. Aquellos países que tienen un peso fundamental en
este época (Estados Unidos, por ejemplo) son los que imponen su propia
ideología sobre los demás.
En el particular
caso de mi país, la sociedad persigue un
modelo y estilo de vida norteamericano por encima del suyo propio tal como
mencionaba José Emilio Pacheco en “Las Batallas en el Desierto”. Iberoamérica es
un área en el continente americano que se distingue fundamentalmente por la gran diversificación de sociedades y
culturas gracias al mestizaje biológico y cultural que se da en sus tierras.
Cada una de las naciones que la conforman son distintas entre sí pero, a la
vez, unidas por un pasado en común: una lengua, una religión, un mismo proceso
de conquista, un origen nativo-americano, entre otras cosas.
Una gama de
naciones en las que abundan de manera notoria, aun después de tantos años,
empresas europeas y norteamericanas que mantienen un papel importante de la
economía de nuestros países; esto nos habla acerca del modelo económico que
buscamos perseguir, mismo, que controlan las potencias mundiales actuales. Sin
embargo, se ha venido desarrollando un proceso de industrialización, incipiente
todavía hasta hace unas décadas, que ha venido creciendo de manera abrumadora.
Gracias a esto, Algunas naciones han logrado que sus economías logren
posicionarse dentro de las economías más importantes y fuertes a nivel mundial.
Algunos analistas y economistas vislumbran el crecimiento de Latinoamérica en
general como el nuevo bloque económico a nivel mundial
Pese a todo,
Latinoamérica sigue sufriendo de graves problemas que han persistido desde hace
siglos: desigualdad, pobreza, corrupción, explotación de sus recursos y mala distribución de la riqueza. Para que
pueda existir un verdadero desarrollo debe empezarse por eliminar estos
problemas, estableciendo prioridades. Recordemos que el verdadero progreso es
para todos y no solo para unos cuántos.
Ante todo
debemos tener una Latinoamérica unida, en vez de una fracturada y dividida como
se encuentra hoy. No hablo de la formación de una sola nación sino de un bloque
económico capaz de hacer frente a las adversidades mundiales presentes. Antes
de ser latinoamericanos, hay que recordar que somos hermanos.
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